
El alma encerrada en la jaula del olvido, veía asombrada cómo el carcelero tomaba las llaves para liberarla nuevamente.
De pronto y sin poder entenderlo o esperarlo, las lluvias de agosto desaparecían y al retirarse florecían sentimientos, sueños e ilusiones que se habían congelado años atrás.
Esos días mirando el mar, disfrutando de sus aguas y su dulce movimiento, me hicieron recordar que Dios pone tanto a nuestro alrededor y muchas veces no lo disfrutamos, tampoco nos integramos y sentimos parte de este hermoso planeta en el que aún vivimos y por algún tiempo más.
La intensidad, ternura, alegría y energía por vivir, se pintó en cada día compartido, en cada hora robada a Morfeo, en esa mirada que te te recuerda el por qué de tantas cosas.
Renace aquel que deja sus miedos y los muestra sin tapujos...
Renace aquel que cree en la verdad, se aferra a ella y la defiende...
Renace aquel que abre su corazón sin ninguna reserva y asumiendo cualquier riesgo...
Renace aquel que da la cara, endereza su camino y se acerca más a Dios...
Renace aquel que simplemente desea ser una mejor persona, para sentirse merecedor de las bendiciones que llegan a su vida...
Renace aquel que salió adelante luego de un camino incierto y creyendo aún en el amor...
Renace aquel que hoy escribe su presente, lo enfrenta y muestra, pues contigo a mi lado la vida es aún más bella...