Mientras esperaba paciente la salida del vuelo y luego de haberte hablado, algo que ya de por sí lograba hacerme empezar el día con más ganas, mis dedos empezaron a dibujar algunas palabras, ayudados por el fuerte sentimiento y la bendición que significa estar a tu lado.
Compartí mi almuerzo con un joven muy especial que nació casi sin brazos y que en la mesa contigua revisaba correos en su computadora, hablaba por teléfono y se tomaba una gaseosa...todo aquello con la mayor naturalidad y sin el menor cuidado de lo difícil que se hacía.
Tenía un acento español, hablaba fluídamente sobre algunos negocios que debía cerrar y con una convicción y seguridad, que me hacía pensar que era el jefe de la empresa.
De manera inmediata me hizo reflexionar sobre el pesado día que había planificado y entendí que para mí sería mucho más simple que para mi vecino, lo cual me hizo tomar mayor coraje para enfrentarlo y agradeciendo a Dios por esas pequeñas o grandes cosas que muchas veces no se valoran.
En ese tiempo, en este que escribo y en el que me toque por vivir, recordaré algunas cosas que de manera constante me hacen reflexionar, que me hacen entender y sin duda alguna, este joven quedará en mi memoria. Pero sin duda alguna, lo que tendré más presente es el amor que tengo para tí y que vive, crece y se alimenta de lo que ambos creamos día con día, de lejos, de cerca...
Ciudad de Guatemala avanza, se renueva, sigue creciendo, incluso el nuevo aeropuerto se levanta majestuoso sobre la ciudad, Antigua permanece sin cambios fuertes, manteniendo una belleza centenaria que me inspira, me transmite paz, calidez, autenticidad y me invita a recorrer sus calles y quedarme para siempre.
Tu amor no puedo plasmarlo, ni pintarlo, pero podría decir que este sentimiento de felicidad en este bello lugar, no sería lo mismo, si no estuviera caminando a tu lado.
