Cuando me detuve a pensar la razón por la cual se habían congelado mis manos en estos meses, entendí que simplemente había puesto una venda, varios tranquilizantes, algunas drogas caseras e incluso mucha anestecia a mis palabras.
Me dí cuenta que cuando estaba a medio camino - seguramente en pleno desierto -, pero con mucha lluvia cayendo...y con algunos autos pasando a mi lado y ofreciéndome jalón, aveces mojándome al pasar y de nuevo con cierto temor por ser atropellado por mis sentimientos.
Entendí que la única manera por calentar mis dedos, era empezar a usarlos, olvidar los días pasados y entender que todo tiene su razón de ser, que aveces debes poner un alto en tu vida y pensar para dónde voy, de dónde vengo y cuál es el camino que quiero seguir?
Sueles correr tanto que hasta pareces golpearte, saltando altos y aceras, sintiendo que tocas con las suelas de tus zapatos tu espalda. Incluso, dejas en el congelador algunas de tus metas más cercanas, de tus amigos más queridos y de tus colores más preciados.
Empiezas a dejar de pensar, evitando actuar como ese ser humano que día a día debe saber qué pasos que está dando y las huellas que quiere seguir, esas que le harán más feliz, esas que le hacen sentirse realizado y completo.
Con el alto en la frente, el semáforo en mi corazón y con un tráfico en mi mente...empecé a deshacerme de todo y de todos, para encontrarme de nuevo en el borde de ese mar, esas aguas azules que me relajan y me hacen pensar en que cada día que pasa, se hace más necesario detenerse y saber dónde van tus mariposas?
