Es normal escuchar las historias de los sacerdotes, en su mayoría españoles, que llegaron a América a evangelizar y no sólo se quedaron a vivir y no regresaron a la madre patria, sino que algunos de ellos hicieron crecer la semilla del catolicismo con su propia sangre. Es difícil hablar de este tema sin dejar de mencionar que son hombres, tanto o más viriles que muchos otros que tienen familia y por otro lado, el origen famoso celibato se remonta a años difíciles para la Iglesia Católica en donde la carga de hijos y esposas que tenían, hizo que floreciera la mencionada ley, más como un recorte de gastos...que como algo necesario para cumplir con la voluntad de Dios.
Es algo normal y totalmente humano pensar, que una bella mujer, cariñosa e inteligente puede despertar un sentimiento en un hombre normal, dedicado a su profesión de pastor de la Iglesia Católica.
Es algo normal y humano, pensar que puede recordarle sus viejos amores de la juventud o hacerlo soñar con películas o novelas que disfruta en el silencio de su habitación.
Es algo normal y humano, sentir un pequeño vacío en su pecho, sentir sed de cariño, deseos de amistad y un poco más...alguien que te ayude a pasar esas largas horas con tanta gente que te escucha, pero que no sabe nada de tu corazón.
Es algo normal y humano, imaginarse que en algunos años el celibato va a desaparecer...tal y como desapareció la esclavitud o como intenta desaparecer poco a poco el racismo, que tanto asco me provoca.
Es algo normal y humano, pensar que en cualquier lugar de nuestro bello continente...incluso en alguna pequeña iglesia o una catedral de Medellín o de San José, puede una mujer acelerar el pulso a un sacerdote y hacerlo soñar con esa libertad que le fue robada algún tiempo atrás.
Es algo normal y humano, sentirte en los zapatos de ese sacerdote al admirar la belleza de las mujeres, esas musas que Dios ha puesto en este mundo no sólo para preservar al ser humano, sino para alumbrar nuestros días con alegría, amor, ternura y toda la intensidad de sus corazones.
