Sunday, September 10, 2006

La puerta #5…


Cuando has tenido la bendición de conocer el amor en una o varias formas, en una o más de una persona y luego este cambio de camino o simplemente desaparece, es cuando empiezas a poner verjas, portones y hasta grandes puertas para evitar ser lastimado nuevamente.
Algunas veces este amor que se ha ido ha sido la pareja, ha sido el de un amigo muy querido o hasta de un familiar que partió o simplemente siguió otro camino sin volver atrás.
Cuando se refiere a una pareja, estas barreras que ubica nuestro corazón suelen ser un antídoto para el dolor, mismo que soportan con mayor fuerza mujeres que hombres, pues su naturaleza ha sido forjada de esa manera y además porque suelen ser más los hombres quienes construyen las compuertas de su amada, al comportarse como simios.
Si bien es cierto, nos protegen y logran que podamos tener una vida balanceada, controlada, calmada, en armonía…al menos en teoría, también hacen de la vida una llena de tonos grises y poco cargada de aventura y alegría.
Cuando alguien ubica esta fortaleza para evitar ser alcanzado por alguna lanza de amor, ciertamente puede lograrlo…hasta que alguien más llega como un buen vendedor de dulces, libros o sonrisas a tocar su puerta.
El o la que vende dulces sólo está interesado en pasarla bien y disfrutar el momento, sin mayor aspiración de trascender en la vida de esa persona. Los vendedores o vendedores de libros o conocimiento, quieren impresionar con su intelecto, con su vida ordenada y perfecta, con los muchos estudios que ha conseguido y posiblemente con la fortuna o estabilidad lograda con mucho esfuerzo. Aquel o aquella que vende sonrisas tiene como objetivo compartir la vida o parte de ella con esa otra persona, disfruta, vive, ama, goza pero siempre tomando como referencia que está frente a otro ser humano que se merece su verdad, fidelidad, cariño…pero sobre todo lo que realmente sale de su alma para darle. Este tercer grupo aboga por algo no forzado, nada pedido…simplemente un par de cómplices en esta vida que van por ahí disfrutando de ciertos momentos juntos, de otros al lado de amigos…un amor libre y sincero.
Estos tres grupos de “vendedores” empiezan algún día que fue definido por la mano de Dios y con la complicidad del destino…un camino por recorrer esas barreras que podrían encontrarse al tratar de llegar hasta la razón, pasando por el corazón de quien está en frente.
Llegan a una primera puerta que es la equivalente a conocer superficialmente al otro, posiblemente por medio de un amigo o amiga, posiblemente por medio de un encuentro casual de negocios o en algún lugar tan simple como en una universidad, biblioteca, iglesia o incluso un bar o restaurante…esta etapa llega hasta el punto de aceptar que podría ser alguien de tu interés, alguien que al menos pasa tu filtro de gusto, que aún cuando nadie es perfecto, podría seguir avanzando.
Si las cosas van bien y se suelen ver con cierta regularidad, alguno de los dos está pendiente del otro y de parte de ambos parece que las cosas van bien, las salidas empiezan a ser más frecuentes y llegas a dudar si todo está bien, si no te estás arriesgando demasiado, pero tomas la decisión de presentar a esta persona a tus amigos del alma y podría ser que de manera temeraria, a tu familia.
Has llegado a la segunda puerta y decides seguir adelante, a veces sientes miedo, recuerdas lo sucedido tiempo atrás y hasta te repites que nada es para siempre.
Llegas a la tercera puerta si las cosas siguen bien, de alguna manera los astros han girado para permitir que ese cariño y buenas vibraciones que sientes, te lleven al plano no sólo emocional, sino también físico y empiezas a conocer con mayor profundidad como espera esa persona que le ames, cómo espera que toques su piel, cómo esperas que le abraces y le digas que es especial en tu vida.
Cuando se rompe ese primer hielo de los primeros contactos y de veras empiezas a disfrutar de la compañía, apoyo, amor, ternura, sexo y de cada momento que puedes estar a su lado, sin robarle su espacio y por decisión de ambos, es cuando caminas poco a poco a la última puerta…esta podría ser la que te lleve más tiempo, podría ser la que te provoque mayor temor.
Y al cabo de un tiempo, te das cuenta casi sin pensar que has llegado a la puerta #5, aquella que no tiene adornos ni tantas flores como las primeras, aquella que es una simple, apenas con color, pero perfectamente tallada con el tiempo y esmero que ambos han puesto en estas etapas anteriores. Acá es donde verdaderamente debes lograr demostrar lo que eres y sobre todo lo que sientes, acá es donde aquella persona que alguna vez fue herida empieza a recordar experiencias pasadas que posiblemente le hagan sangrar de nuevo sus heridas. En esta última puerta es donde no hay palabras que expresen lo que viene hacia delante, no hay detalles que te salven de algún error u omisión de una fecha importante, acá es donde decides seguir y es donde te pondrán a prueba. Acá es donde la persona que han lastimado podría traer de vuelta a su memoria alguna lágrima que el tiempo había secado, pero que hoy brotó de nuevo por algo que hiciste o que no hiciste.
Acá es donde yace el verdadero amor, acá es donde están las llaves del mismo cielo, si ubicas a esa persona y decides tomar el camino correcto, ese camino que abrirá la puerta #5…por medio de la misma mano de Dios.

2 comments:

Gerardo Duran (gerardoduran25@hotmail.com) said...

Estoy de acuerdo, de hecho creo que todos tenemos la capacidad de abrir la mente y el corazón, sin tener que poner trabas o impedimentos y que todo el sentimiento pueda llegar con toda la fuerza. Nada mejor que una persona transparente...creo que este mundo sería otro si existieran más...
Gracias por el mensaje!

Anonymous said...

de verdad crees que se puede empezar por la puerta 5? no te da miedo abrir del todo tu corazón antes de saber si quien se acerca lo cuidará... o lo romperá?