Sunday, November 01, 2009

Cien...


La excusa formal de participar en un proyecto de ayuda a la comunidad que se programó en el trabajo, nos llevó a unos 30 compañeros a levantarnos un sábado esperando hacer algo más que ser espectadores de un ambiente que necesita de muchas manos. Al ser las 8:45 a.m. llegamos al albergue, rodeado por un gran muro cual muralla medieval, en realidad era difícil imaginar qué se encontraría del otro lado. Luego de unos 5 minutos de esperar impacientes en el bus escolar que nos transportaba, se abrió el portón de hierro y llegamos a un parqueo frontal en donde nos esperaban algunas caras inocentes y algo sucias, con gran felicidad y con los brazos abiertos para recibirnos.
Serían unos 20 niños los que estaban afuera esperando junto a otros compañeros que llegaron en sus automóviles y que recién habían llegado y esperaban impacientes la llegada de los materiales, más manos y algunos detalles preparados para la ocasión.
Al llegar no había ninguna historia acerca del lugar, sólo se conocía que había gran cantidad de niños y que era un hogar para niños maltratados o abandonados por sus padres, con varios casos legales aún pendientes y donde en algunos casos y bajo supervisión, sus padres podían ir a visitarlos…evento que raramente ocurría, puesto que la mayoría de ellos eran más bien un estorbo para sus progenitores.
Al empezar a ver a nuestro alrededor el primer impacto fue ver la gran cantidad de marcas que tenían en sus pequeños cuerpos, sus edades oscilaban entre los 3 y 11 años, algunos más accesibles y apegados que otros, pero todos con la ilusión y esperanza de cambiarle el color a un día normal de sábado en el cual no había mucho por hacer ni siquiera visitas que esperar.
Al ser las 9:15 a.m. y luego de unos minutos para las áreas que se pintarían y los equipos de trabajo con su coordinador, inició la tarea que se había planificado, tal y como es costumbre avanzamos tanto como pudimos y haciendo el trabajo de la mejor forma, pues es algo que se hace con cariño y se espera que quede muy bien. Empezamos aún sin ver todas las áreas y para nuestra sorpresa a eso de las 11:00 a.m. varias personas ubicaron el área de los más pequeños, donde había alrededor de 32 niños(as) de apenas meses de nacidos y hasta 2 años, que eran atendidos por unas 4 personas y en donde claramente se requiere la ayuda de por los menos 3 veces lo actual. Era tal el impacto al verlos, que varias compañeras por instinto y sin pensarlo, se dedicaron luego a cuidarlos y ayudar a las personas a cargo. En paralelo encontramos que recién llegaban algunos estadounidenses que aún cuando andaban de intercambio y conociendo Honduras, no dudaron en ir a ayudar y dedicaron algunas horas de su tiempo para dedicarlo a los niños más pequeños y jugar con algunos otros de mayor edad.
Empezaron poco a poco a fluir del personal que labora y del mismo director, las historias de algunos de los ayudantes más dedicados que teníamos en la labor de pintar, algunos golpeados casi hasta la muerte por sus padres, otros abandonados en la calle, otros violados por sus padres o familiares, había varios casos que impactaban y que nos llevaban de manera inconsciente a sentir que una lágrima caía por nuestras mejillas sin pedir permiso.
Eran más de 100 los niños que logramos ubicar en el hogar y entre ellos había uno pequeño llamado Mario que saltaba de un cuarto a otro revisando cómo iba el trabajo y si todo estaba en orden. Ya para el mediodía, empezó a buscar a varios del grupo y repetía que iba todo bien, pero que no olvidaran que su cuarto aún no se había pintado…siguió con el recordatorio en casi todos los equipos a eso de las 2:00 p.m. donde fuimos de inmediato a pedirle que nos enseñara su cuarto porque todo estaba ya programado. La sorpresa es que en realidad el cuarto de Mario y sus compañeros no se había planificado pues no lo habíamos visto. De inmediato pensamos que no podían quedar esos 10 niños sin su ambiente renovado y entre 12 personas nos dedicamos a finalizar su cuarto en sólo una hora, pues nos reventó el corazón verlo con el anhelo que quería ver su cuarto como nuevo…algunos colchones rotos y sólo de espuma con cartones eran parte de su cama.
Al caer la tarde no sólo pudimos conocer la historia de Mario, sino de varios de ellos que esperan sólo que se les dedique tiempo y cariño, pues no es dinero ni juguetes con lo que sueñan…más con un hogar y con una familia.
Ante estos 100 niños que aún al día de hoy dan vueltas en mi cabeza, sólo existieron tíos y tías, como se les pide llamen a cualquier adulto que ingrese al hogar, esto porque precisamente padres y madres, han sido la causa por la cual ellos compartan este frío lugar – mismo del cual hay 7 por todo el país y con escasos recursos para poder atenderlos y con algunas mujeres con gran corazón que incluso han adoptado algunos de ellos y son parte de su familia.Al ver este número en algún lugar o incluso pensar que este es el escrito número 100 que he escrito, no puedo jamás olvidar lo que me quedó grabado, las palabras y sobre todo las caras de esas criaturas que esperan algo más del resto que estamos al lado y los vemos desde lejos como si ellos escogieron ese mundo. Los niños no tienen la manera de poder salir adelante, son aún frágiles ante la vida y estos en lugar de amor y comprensión de sus padres, han sido abandonados o hasta mutilados por ellos mismos, razón por la cual no podía dejar de recordarlos en una noche en la cual llueve…y en todas las que Dios me permita vivir.

1 comment:

Anonymous said...

Linda foto, con tantas sonrisas inocentes, inolvidable sin duda, que Dios guie sus vidas...
Saludos,
GL