Sunday, August 13, 2006

La Antigua Lechería


El aroma del lugar era inevitablemente a campo, la altura participó encendiendo ese aire acondicionado de la naturaleza, la noche fue juez y parte iluminando con sus estrellas y presenciando con una gran luna, el lugar estaba rodeado de varios de mis amigos perrunos (a los cuales tanto quiero), había música derramada por el lugar, un buen vino y un ambiente preciso para una buena charla entre amigos.
Luego lo piensas y entiendes que, en ese momento, tanto tus ángeles como el mismo Señor confabularon para el reloj se detuviera. Ese reloj que retumba a cada segundo, ese reloj que día a día nos apresura, en ese momento queda sin efecto...los ingenieros suizos que lo armaron no tienen idea del problema, pero el tiempo se ha detenido.
Ha sido en La Antigua Lechería, donde aún permaneces sentada sobre aquella silla plástica, donde tus palabras han salido, donde has dibujado parte de tu vida ante alguien que te escuchaba atento. Me has hablado de tus amores pasados e incluso de tu familia, a la cual se ve que respetas y admiras por la fuerza que han tenido para salir adelante.
A tan sólo 4 metros de la mesa, un trío de bohemios deleitaba a toda la concurrencia con letras y tonos cargados de recuerdo, trova del alma...sentimiento hecho música.
Aún cuando pocas veces tengas la oportunidad de salir a dejar que el viento te despeine, aún cuando el tiempo sea tu enemigo y tu estudio y trabajo sus cómplices, ayer tomaste todos los cu-cu de la lechería y los frenaste a una voz, casi como aquel coronel que ordena a su legión caminar o detenerse.
Ayer la Antigua Lechería tuvo por algún tiempo tu alegría, tus historias y sobre todo tu paz interior. Ayer hasta las ubres artificiales que, de manera peculiar cuelgan en los baños y son dispensadoras de jabón líquido, te hicieron sonreír.
¿Quién iba a creer que una antigua lechería en lo alto de una colina, pudiera albergar tanto calor?

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